Pero en la oscuridad brillan las pequeñas luces, y una filósofa, una ilustradora y una editora acaban de lanzar su propuesta para hablar sobre la crueldad, jugando.
Se llama Mundo cruel y funciona como una modernísima caja de Pandora, repleta de preguntas diminutas e inofensivas: ¿matar hormigas te parece cruel? ¿Es cruel obligar a alguien a hacer algo que no quiere hacer? (como bañarse). ¿Debería permitirse a los extraterrestres tener a humanos en jaulas? ¿Qué te haría sentir más culpable, matar a un perro o a un caracol por accidente?
Si el cazador matara a Blancanieves, ¿quién sería responsable de su muerte? ¿El cazador o la reina?… Preguntas que provocan reflexiones nada inocentes: ¿hay vidas que valen más que otras? ¿Tiene sentido castigar la crueldad con más crueldad? ¿Matar forma parte de la vida? ¿Es posible ser cruel sin proponérselo? ¿Hay veces en las que ser cruel puede resultar divertido? ¿Son a veces necesarios los castigos? ¿Cómo decidimos lo que es aceptable y lo que no es aceptable como castigo?…
"Abre, mira, piensa", dice un lateral de la caja que contiene Mundo cruel.
¿Tiene que haber normas? ¿Hay diferencia entre obedecer siempre y ser esclavo? ¿Sentirse libre es lo mismo que ser libre? ¿Puede haber libertad sin seguridad? ¿Y seguridad sin libertad?
Con escenas curiosas y preguntas perturbadoras, este libro invita a reflexionar sobre la libertad, al tiempo que estimula la construcción de un pensamiento propio.
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